Autonomía e independencia personal. Verdadero desafío ¿no?.

Amigos… Uno de los tópicos que más me preocupa, como profesional del derecho abocada y dedicada al abordaje de las problemáticas inherentes a las personas con discapacidades, es el vinculado al desarrollo de la autonomía personal de los miembros de este colectivo, ergo a su tangible independencia en los distintos ámbitos y etapas de sus vidas. Para ello, definitivamente en principio debemos aniquilar en forma inmediata estereotipos reinantes en el inconciente social, para luego generar las estrategias concretas que nos conduzcan a la mentada inclusión.

Son muchas las trabas que las personas con discapacidad tienen que sortear a lo largo de sus vidas para poder estudiar, trabajar y vivir solos. Es esencialmente importante la consideración que debe tenerse a la hora de partir el adolescente o joven de la casa familiar para iniciar su propio camino. Esto siempre denota un momento de incertidumbre en casi todos los casos. Ahora bien, si además estos hijos necesitan de otros apoyos y herramientas para poder lograrlo, por el hecho de detentar alguna discapacidad, habrá que considerar muchos otros factores para que esta transición hacia la vida adulta no esté tan llena de obstáculos. Es por eso que ante una sociedad que todavía no está preparada para incluir plenamente a las personas con discapacidades, los padres de estos chicos se encuentran ante el angustiante desafío de planificarles un futuro lo mas autónomo posible. Para ello, entiendo que habrá que cambiar principalmente la conciencia de quienes rodean a la persona con discapacidad, sobre todo intelectual, dándoles voz y poder de decisión a ellos mismos. Por ende, es mejor aludir a la  «autodeterminación», que no es ni más ni menos que la persona con discapacidad se erija como única dueña de su propia vida. Esto no solo debe limitarse a poder viajar por su cuenta en colectivo, sino que pueda elegir, como un ejercicio cotidiano, qué quiere para sí misma. Pero también entiendo que es fundamental que los servicios prestados no sean los que los directores de las instituciones deciden para la persona con discapacidad, sino que sea ésta, integrada en la comunidad y acompañada por las instituciones, la que elija qué tipo de servicios quiere para sí; en síntesis que no sea el padre, ni la madre, ni el dueño de la institución quienes lo hagan por ella.

Una de las mayores preocupaciones de las familias, que surge en esta etapa, es que debido a la gran sobrevivencia felizmente de la población con discapacidad, se genera una enorme cantidad de adultos mayores con discapacidades. Por ello es más que interesante generar concientización en los distintos miembros del grupo familiar, atenuando de esa manera la exclusiva responsabilidad de esto en los papás. Por supuesto que el nivel de independencia también dependerá del tipo y grado de discapacidad que la persona tenga, el apoyo de su grupo familiar, el nivel de integración social y su trayectoria educativa.

En orden a la educación, como con cualquier otro joven, será fundamental que los chicos con discapacidad reciban educación de calidad, cualquiera sean sus posibilidades. Es por eso, que resulta prioritario generar las condiciones necesarias para que, en los casos en los que se pueda, todos los niños logren estar integrados en escuelas comunes, con los apoyos correspondientes. Claro es que lo faltante son las vacantes en las escuelas comunes.

Contrastando con lo antedicho, los adolescentes con discapacidades reconocen como principal inquietud el cómo será su futuro: es decir ¿podremos llegar a ser independientes, vivir solos, tener pareja, tener hijos, estudiar una carrera, conseguir trabajo? Si bien todos los especialistas coinciden en que el proyecto de vida autónomo es lo mejor, todavía es un tema pendiente en las agendas públicas. Lo mismo sucede puertas adentro de las casas de las propias personas con discapacidad. En general, lo que viene ocurriendo es que los padres son quienes se hacen cargo de sus hijos con discapacidad durante toda la vida, no permitiéndoles que puedan ir ganando grados de autonomía, como así tampoco la planificación/previsión, con la debida antelación, de cómo y dónde vivirán el día que ellos ya no estén.

Finalmente, para que este hito, la autonomía e independencia sea tangible, sugiero que los  empresarios/empleadores incorporen a personas con discapacidad no por portar tal circunstancia, sino que los evalúen con los mismos parámetros y métodos que a los demás. Hoy día son muchos los profesionales preparados. Por ello los invito a dejar de lado el prejuicio, puesto que con tal conducta se están perdiendo de gente muy valiosa, que además de capaces suelen tener un sentido de responsabilidad exacerbado, porque les cuesta más conseguir un trabajo y por ende lo valoran y cuidan mucho más.

Amigos… Estamos encaminados al logro de este verdadero desafío. La convención madre, CDPCD, ley 26378, en sus Art. 19 y 8, obliga a nuestro país a procurar los medios para que esta realidad no sea una virtual quimera. Pues entonces, hace falta cambiar muchas cabezas y generar los espacios necesarios para que todas las personas con discapacidades puedan tener el futuro que desean y merecen. Empecemos por las familias, las escuelas, las empresas, las ONG y finalmente el estado, pues sin lugar a dudas todos juntos tendrán que aportar lo propio.

Los sigo invitando a “EJERCER SUS DERECHOS PORQUE SU EJERCICIO NO CONSTITUYE MEROS PRIVILEGIOS”. ¡MUY FELIZ DÍA PARA LAS MAMIS!

Dra. Silvina Cotignola, abogada especializada en Discapacidad, Salud y Familia. smlcoti@hotmail.com.ar