Amigos…. Según datos brindados por organismos internacionales, en particular por la OMS, Organización Mundial de la Salud, más de mil millones de personas es decir aproximadamente el 15% de la población mundial padece algún tipo de discapacidad. Así pues, 190 millones de adultos tienen dificultades considerables para funcionar saludablemente. Debemos saber, que la tasa de discapacidad viene aumentando exponencialmente a tenor del envejecimiento de la población en general. Como así también por el incremento de las enfermedades crónicas. No hay duda, que las personas con discapacidad tienen menos acceso a servicios de asistencia sanitaria que el resto de las personas poseyendo ergo necesidades insatisfechas al respecto.
Es importante que internalicemos este concepto que nos proporciona la “CIF” la Clasificación del Funcionamiento Internacional de la Discapacidad y la Salud por la que se define a la discapacidad como un término genérico que abarca deficiencias, limitaciones de la actividad y restricciones a la participación, por lo tanto la discapacidad surge por la interacción entre las personas que padecen alguna enfermedad por ej. Parálisis cerebral, síndrome de Down, depresión, etc., y factores personales y/o ambientales como por ej. Actitudes negativas, edificios inaccesibles, mínimo apoyo social etc.
Ahora bien, en el art 25 de la CPCD, “La Convención”, se reconoce que las personas con discapacidad tienen derecho a gozar del más alto nivel posible de salud sin discriminación. Claro es que estas tienen mayor demanda de asistencia sanitaria que el resto de la población aunque también son quienes tienen la supremacía en necesidades insatisfechas en ese área. Un dato importante se advierte cuando observamos que tanto las actividades de promoción de la salud como de prevención de enfermedades, generalmente no están destinadas a personas con discapacidades como por ej. La detección del cáncer mamario. Ello se vislumbra también en la exclusión de adolescentes y adultos con discapacidad en materia de programas y educación sexual. Consecuentemente con lo antedicho, debe soslayarse que las personas con discapacidad suelen experimentar una mayor vulnerabilidad a afecciones secundarias, comorbilidad, enfermedad relacionadas con la edad, etc. ¿Qué se entiende por afecciones secundarias? Son aquellas que acompañan a una enfermedad primaria, y se vinculan con aquella. Pero a menudo con una atención temprana, ambas son evitables por ej. Infecciones urinarias, dolor crónico, etc. En cambio, ¿Qué es la comorbilidad? Son igualmente afecciones que vienen agregadas a la enfermedad de base pero no se relacionan con aquella, ej. de esto, personas esquizofrénicas mayor prevalencia de diabetes. Otro dato significativo esta dado en aquellos grupos de personas detentadoras de discapacidad cuyo envejecimiento suele aparecer antes de lo habitual, por ej. Personas que presentan trastorno del desarrollo.
Según estudios científicos confiables, en este colectivo humano se dan comportamientos nocivos más elevados como por ej., tabaquismo, alimentación poco saludable, inactividad física. En la mayoría de los países, por supuesto en el nuestro también, la yasencia de barreras existentes impiden que se materialice ese acceso a los servicios sanitarios. Es usual que las PCD tropiecen con gran variedad de obstáculos a la hora de procurar disponer de ellos. Algunos de estos ejemplos son: 1- los costos prohibitivos tanto en el servicio de salud como el trasporte para poder llegar a ellos. 2- oferta limitada de los servicios, sean de profesionales como establecimientos e instituciones. 3- obstáculos físicos que potencian dicha desigualdad, sea en edificios como hospitales, equipos médicos inaccesibles, una mala señalética, puertas estrechas, baños no accesibles o carencia de zonas reservadas para estacionamiento vehicular. 4- actitudes incorrectas llevadas a cabo por el personal sanitario. Un tema a mi entender no demasiado desarrollado aún, es el vinculado a la capacitación y enseñanza de los recursos humanos que prestan servicio en estas áreas. Incorporar la temática de discapacidad en los programas de posgrado como de capacitación continua para los profesionales en general, sigue siendo una asignatura pendiente.
Finalmente creo oportuno comentar que la OMS con el fin de favorecer el acceso de las personas con discapacidad a los servicios de salud, orienta y apoya a los estados miembros para que estos aumenten la concienciación respecto a la problemática de la discapacidad previendo la inclusión de esta como un elemento de los programas y políticas públicas, facilitando la recopilación de datos y divulgación de aquellos.
Amigos…. Este pormenorizado relato acerca de una coyuntura global nos está indicando que deviene más que urgente empezar a superar estas barreras y obstáculos, porque aquí está en juego ni más ni menos, que la calidad de vida de la población, en particular de la constituida por detentadores de discapacidades, representando en Argentina el 12.9 % de sus habitantes. Entiendo, que los gobiernos, sea cual fuere su ideología política, tienen en sus manos la posibilidad de mejorar el status de salud de estos individuos. ¿Cómo? Favoreciendo el acceso de todos ellos a servicios sanitarios, de buena calidad, accequibles, optimizando de ese modo todos los recursos disponibles. Habida cuenta que son múltiples los factores que entorpecen dicho acceso, por ende hace falta reforzar los componentes del sistema sanitario que interactúe con diversas políticas y legislaciones. En síntesis, habrá que evaluar cuidadosamente la política y servicios actuales, para de esa manera determinar prioridades que reduzcan tanta desigualdad, al menos en esta materia. Si se efectuaran dichos cambios, se empezaría tímidamente al menos, a adecuar nuestra conducta nacional a los postulados instituidos por la Convención Sobre los Derechos de Personas con Discapacidad, aprobada y ratificada por el país mediante las leyes 26.378 y 27.044, recordando que la misma es de cumplimiento exegético por ser parte de nuestro ordenamiento jurídico interno, art 75 inc. 22 de la Carta Magna.
Como advertirán la situación no es demasiado favorable, pero si se expande esta conciencia basada en la igualdad de disfrute y goce, y fundamentalmente de respeto por la normativa y tratados vigentes, esto dejaría de ser una virtual quimera para convertirse en la realidad más afortunada para los integrantes de este grandioso conjunto humano, las personas con discapacidad . Por ello vuelvo a invitarlos a “ejercer sus derechos porque su ejercicio no constituye meros privilegios”.
Dra. Silvina Cotignola, abogada especializada en discapacidad y familia.
Smlcoti@hotmail.com.ar.