Amigos…. Para hablar de maltrato en materia de discapacidad, primero hay que saber ¿qué es el maltrato? Según el Centro Internacional de la Infancia de París, es cualquier acto por acción u omisión realizado por individuos, instituciones y/o la sociedad en su conjunto así como todas las consecuencias derivadas de estos actos que priven a los niños de su libertad o de sus derechos correspondientes y/o que dificulten su óptimo desarrollo.
Históricamente, se pueden advertir múltiples maneras de discriminar a este grupo etáreo. En las sociedades antiguas era normal el infanticidio cuando nacían niños con ciertas disfuncionalidades. Posteriormente la iglesia católica prohibió el infanticidio, pero otorgó a la discapacidad un origen sobrenatural, realizándose en algunos casos exorcismos a los niños y personas con discapacidades. Luego, en la época de la socialdemocracia nazi fue costumbre esterilizar a las personas con discapacidad, aún sin su consentimiento. Poco a poco con los avances de la medicina y la psicología, se comenzó con la restitución de los derechos de las personas con discapacidad, recibiendo un trato igualitario y en consecuencia obteniendo de ese modo oportunidades para un debido tratamiento, rehabilitación, y en definitiva el hito de la mentada inclusión social. Tiempo más tarde, más precisamente en el 2005 en la 58 Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas, se elaboró un informe sobre discapacidad que planteó que en el mundo existen alrededor de 600 millones de personas con algún tipo de discapacidad, encontrándose el 80% de ellas, en los llamados países en vías de desarrollo, donde las prestaciones de salud son más precarias y deficientes.
¿Pero de qué manera surge el maltrato hacia las personas con discapacidad, en especial hacia los niños? En muchas ocasiones las situaciones de maltrato se dan desde el momento en que la familia se entera de la discapacidad del niño. Son muchas las familias con integrantes con discapacidades las que generalmente reprochan que la actitud del médico pediatra o del personal de salud que les informó en una primera instancia acerca de la noticia de la discapacidad de sus hijos, fue la que marcó su posterior aceptación, influyendo en la mayoría de los casos de manera negativa. Frases como “su hijo no sobrevivirá más de unos pocos años”, “su hijo es un vegetal” suelen ser comunes en las historias relatadas por estas familias. Tal circunstancia para algunas madres y padres aguerridos significa un reto personal el contradecir los pronósticos fatales de los médicos, pero para otros, menos preparados para situaciones adversas de la vida, significa aislar a su hijo, no brindarle oportunidades de tratamiento y peor aun, recurrir al maltrato, como una forma de manifestar la impotencia vivida ante la situación de enfermedad de este.
Otra manera en la cual se observa el maltrato hacia las personas con discapacidad es dentro de las instituciones que se encargan del cuidado de las mismas. En muchas ocasiones dichas instituciones no realizan un control riguroso de las condiciones mentales de sus empleados, quienes al verse y sentirse en situación de “poder” frente a su paciente, abusan de él o le prodigan maltrato. Por tal razón deviene indispensable realizar una exhaustiva selección de personal para asegurar que la persona que esté a cargo del cuidado, enseñanza o atención de personas con discapacidad, no solo tenga los estudios y la preparación especificas, sino además características humanas que le permitan atender, con cariño y entrega, las necesidades especiales de la población con la cual labora.
Es importante resaltar que el maltrato no solo se realiza por acción sino también por omisión. Cabe consignar que la indiferencia hacia la persona con discapacidad es, sin duda alguna, una forma de maltrato muy frecuente. Ignorar o desatender las necesidades del niño con discapacidad o contrariamente la sobreprotección de éstos, son igualmente maneras de maltrato. Por todo ello, cuando a un niño con discapacidad su padre o el cuidador le hace todo, aquel se siente agredido, pues con ello se lo estaría incapacitando más de lo que su propia enfermedad ya lo hace.
Por otra parte, es también la sociedad quien permanentemente vulnera los derechos de las personas con discapacidad cuando se maneja a través de prejuicios, negándose a aprender y a conocer más acerca de la temática. Ejemplo de ello es cuando se limitan oportunidades de empleo y estudio a una persona con discapacidad, o bien cuando se construyen edificios inaccesibles, etc.
Son múltiples las maneras en las que se le pueden vulnerar los derechos a los niños y personas con discapacidad, pero al mismo tiempo, hay innumerables formas de luchar contra el maltrato, sea éste, intrafamiliar como institucional. En primer lugar hay que informarse correctamente. Por un lado, cuando el personal médico se asesora adecuadamente que a pesar de la discapacidad un individuo bien rehabilitado y contando incondicionalmente con el afecto familiar puede desarrollarse y tener una óptima calidad de vida, logra esperanzar a las familias que inician el proceso de rehabilitación. Por el otro, si las familias se informan adecuadamente respecto de los diversos aspectos de la discapacidad de su hijo (médicos, legales, educativos, etc.), van a conocer más celeramente los mejores caminos a seguir así como la manera más conveniente de colaborar con el mismo. Mas allá de esto, es imprescindible la generación de políticas de sensibilización dirigidas a la población en general en relación a la temática de la discapacidad como así también respecto a la formación a nivel universitario que favorezca que los profesionales desde sus distintas disciplinas no solo sean sensibles para con el tratamiento de esta materia sino proactivos frente a estos contenidos.
Amigos… esta información no sólo debería obligar a los gobiernos a realizar políticas tendientes a mejorar la situación de los ciudadanos con discapacidades, sino servir para que el común de la gente reciba una sensibilización frente al tema que disminuya los índices de maltrato hacia las personas con discapacidad. Es por ello que la responsabilidad que nos cabe es grande y es la de velar por que los derechos de las personas y los niños con discapacidades no sean vulnerados, permitiéndoles desarrollarse en todos los ámbitos de su vida.
Por ello a seguir diciendo que “EL EJERCICIO DE LOS DERECHOS NO SON MEROS PRIVILEGIOS”
DRA. SILVINA COTIGNOLA ABOGADA ESPECIALIZADA EN DISCAPACIDAD, SALUD Y FAMILIA.