Amigos… teniendo en cuenta estadísticas de funciones cognitivas, realizadas por la Facultad de Medicina de Buenos Aires, se afirma que la dislexia afecta a un 10% de la población mundial y a un 7% de la población argentina.
Pero ¿qué es la dislexia? El diccionario dice que la dislexia es la dificultad en el aprendizaje de la lectura, la escritura o el cálculo, frecuentemente asociada con trastornos de la coordinación motora y la atención, pero no de la inteligencia. Esta es un problema específico del aprendizaje cuya etiología es neurológica. Suele caracterizarse por conflictos de precisión y fluidez en el reconocimiento de palabras, así como por problemas de descodificación y de escritura de palabras. Tales dificultades son causadas por un déficit en el componente fonológico del lenguaje, conservándose otras habilidades cognitivas, las que tienen un desarrollo normal, no diferenciándose entonces el estilo de la enseñanza. Como consecuencia, quienes padecen esta patología presentan dificultades de comprensión lectora, como así también una experiencia lectora reducida, lo que influye indudablemente en el incremento de su vocabulario y conocimiento. Es por ello que a esta dificultad se la encuadraría como un trastorno que afecta al aprendizaje. En síntesis, la dislexia es el problema para aprender a leer y escribir que puede presentar tanto niños como adultos cuyo coeficiente intelectual es normal, no poseyendo inconvenientes físicos ni psicológicos que puedan explicar tal limitación.
Generalmente aparece en niños de entre 4 y 6 años, ya que esa es la edad en la que estos aprenden a leer y a escribir. En cuanto a sus causas estas son variadas: problemas hereditarios, dificultades en el embarazo, problemas de madurez o adaptación escolar e incluso crisis familiares. Ello nos permite advertir que esta problemática es más frecuente de lo que se cree. Hoy día, el 10% de los niños convive con este inconveniente, que tiene raíces genéticas y neurobiológicas. Pese a los prejuicios, los especialistas aseguran que quienes conviven con estas dificultades, tienen una inteligencia normal. Incluso llegan a superar el coeficiente intelectual promedio. Sin ir más lejos, el empresario y filántropo Bill Gates y hasta el genio de la física Albert Einstein eran disléxicos. Ante este cuadro, lo primero que debiera hacerse es efectuar un buen diagnóstico, a efectos de saber si ese trastorno es dislexia y en tal caso de qué tipo. Vale destacar que en nuestro país, las escuelas no están preparadas para la atención de alumnos con esta patología, lo que conlleva generalmente a que éstos sean tratados como si tuvieran menos capacidad que sus compañeros.
El pediatra Gustavo Abichacra, papá de un niño que padece dislexia, motivado por aquella situación comenzó a contactarse con especialistas, instituciones y decisores gubernamentales logrando que, junto con referentes de la Dirección General de Escuelas y el Ministerio de Salud de la Provincia, se considerara este año el primer proyecto de ley para fomentar la detección temprana de la dislexia, apuntando a que las escuelas se adapten a las necesidades de los chicos que sufren esta dificultad, considerada la principal causa de fracaso escolar. Exactamente esto ha sido el objetivo de tal iniciativa, y entre las propuestas para ayudar a los chicos con dislexia figuran: adelantarle los textos porque les lleva mucho más tiempo leerlos, tomarles más exámenes en forma oral y acortarles los trabajos que deban presentarse por escrito. Con ello se evitaría la discriminación, el fracaso escolar y la generación de daños innecesarios en la autoestima, afirma el galeno. Ahora bien, la persistencia de este trastorno en la edad adulta se advierte en aquellos seres humanos que no realizaron tratamiento durante su infancia. Por eso cada vez más se estudian nuevos métodos de trabajo con niños y no tan niños, e incluso se desarrollan programas para ordenadores y videojuegos que trabajan las deficiencias cognitivas.
En cuanto a si la dislexia es considerada o no una causa de discapacidad puede decirse lo siguiente: la valoración del grado de discapacidad se realiza mediante una evaluación interdisciplinaria. Aquellas valoraciones deben hacerse individualmente, sin que ninguna patología otorgue valoración per sé. Es decir, una misma enfermedad puede tener distintos grados de gravedad y por ello distintas posibilidades valorativas. Al mismo tiempo, cuando concurren en un mismo paciente diferentes discapacidades, deben combinarse las mismas entre sí. La dislexia, como cualquier otra alteración, puede ser valorada/certificada, pero el grado que se le otorgue va a depender de la magnitud y en cuánto discapacita a esa persona en concreto.
Amigos… No cabe duda que tanto docentes, pediatras, psicopedagogos como fonoaudiólogos deben asumir el compromiso para la detección temprana de esta dificultad, ergo, las escuelas puedan adaptar su forma de enseñar a estos chicos que son tan inteligentes como cualquier otro, pero que no obstante ello van a tener que convivir toda la vida con este trastorno. Pues entonces, eliminemos conceptos rotuladores como por ejemplo que la dislexia es un retraso madurativo o responde a conflictos psicológicos. Contrariamente a ello, los problemas psicológicos que suelen sufrir estos niños son literalmente una consecuencia de aquella dificultad. Por ello sigo insistiendo ”EJERZAN SUS DERECHOS PORQUE SU EJERCICIO NO CONSTITUYE MEROS PRIVILEGIOS”
DRA. SILVINA COTIGNOLA, ABOGADA ESPECIALIZADA EN DISCAPACIDAD, SALUD Y FAMILIA.