Violencia intrafamiliar contra mujeres con discapacidades

Cada 25 de noviembre se conmemorará el «Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer». Esta fecha tiene sus raíces en la Resolución 54/134 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, adoptada el 17 de diciembre de 1999, que designó el 25 de noviembre como el día oficial para esta importante causa a partir del año siguiente. A pesar de los esfuerzos continuos para concientizar sobre esta problemática y sus implicaciones, aún persisten diversas formas de violencia dirigidas hacia las mujeres, incluidas aquellas que tienen alguna discapacidad, abarcando todas las edades, desde niñas hasta adultas mayores.

Es imperativo abordar esta compleja situación con mayor profundidad, a fin de amplificar el mensaje y destacar el marco normativo que lo respalda. Por lo tanto, en este contexto, examinaré detalladamente los desafíos que enfrentan las mujeres con discapacidad en relación con la violencia, con el objetivo de generar una mayor sensibilización y promover acciones concretas para su protección y empoderamiento.

Según numerosas investigaciones tanto nacionales como internacionales, las mujeres con discapacidades enfrentan un mayor riesgo de experimentar diversos tipos de violencia, incluyendo violencia doméstica, abuso emocional y abuso sexual, en comparación con aquellas que no tienen discapacidades. Este grupo vulnerable puede encontrarse en una posición especialmente difícil para denunciar tales abusos, ya sea debido a su aislamiento social o a una sensación de dependencia respecto al agresor para su cuidado y apoyo.

Es importante destacar que, al igual que otras mujeres, aquellas con discapacidades suelen ser víctimas de personas conocidas, como parejas, compañeros de trabajo o estudio, e incluso miembros de su propia familia. Este patrón de victimización por parte de individuos cercanos aumenta la complejidad de la situación y subraya la urgencia de abordar esta problemática desde múltiples perspectivas, incluyendo la protección de los derechos y la autonomía de las mujeres con discapacidades.

Ante tales situaciones, es fundamental que los familiares estén capacitados para identificar signos de conductas abusivas. La violencia intrafamiliar, desafortunadamente común, abarca cualquier acción u omisión perpetrada por un miembro de la familia en una relación de poder, sin importar el lugar físico donde ocurra, y que resulte en perjuicio del bienestar, la integridad física o psicológica, la libertad y el pleno desarrollo de otro miembro familiar.

Este tipo de violencia engloba diversos aspectos, incluyendo violencia física, sexual, psicológica y económica, ya sea manifestándose de forma individual o combinada. La violencia económica, por ejemplo, puede involucrar la negación de cubrir necesidades alimentarias básicas para los hijos o gastos esenciales para la supervivencia del núcleo familiar, así como el control de los ingresos y gastos.

Es importante destacar que la violencia intrafamiliar afecta a personas de cualquier género dentro del ámbito familiar, siendo tanto hombres como mujeres potenciales víctimas. La convivencia previa entre los involucrados es un factor común en estos casos, caracterizando así la relación entre los perpetradores y las víctimas dentro del grupo familiar.

Es importante destacar, que la violencia doméstica o de pareja se manifiesta en relaciones íntimas entre personas, y puede adoptar diversas formas, como el abuso emocional, sexual y físico, así como las amenazas de abuso. Si bien cualquier individuo puede ser víctima de abuso por parte de su pareja, las estadísticas muestran que las mujeres, especialmente aquellas con discapacidades, enfrentan un riesgo significativamente mayor. La violencia doméstica puede ocurrir tanto en relaciones heterosexuales como homosexuales.

Las relaciones abusivas siempre implican un desequilibrio de poder y control. El agresor o abusador utiliza palabras y comportamientos intimidantes para ejercer control sobre su pareja. Por esta razón, identificar la violencia doméstica puede ser difícil al principio, ya que comienza de manera sutil pero tiende a empeorar con el tiempo.

Es importante estar alerta ante ciertas señales que podrían indicar la presencia de violencia doméstica, como por ejemplo:

  • Insultos, denigración o desprecio por parte de tu pareja.
  • Impedirte o desalentarte a estudiar o trabajar.
  • Limitar tus interacciones con familiares o amigos.
  • Intentar controlar tus finanzas, incluyendo cómo gastas el dinero.
  • Dictar qué medicamentos debes tomar o qué ropa debes usar.
  • Recurrir a la violencia física, como golpes o patadas, tanto hacia ti como hacia tus hijos o mascotas.
  • Obligarte a mantener relaciones sexuales en contra de tu voluntad.


Absolutamente, la violencia doméstica puede afectar a personas de todas las orientaciones sexuales e identidades de género. En el caso de personas homosexuales, bisexuales o transgénero, las amenazas de exponer su orientación sexual o identidad de género a amigos, familiares, colegas de trabajo o miembros de la comunidad son desafortunadamente comunes en relaciones abusivas.

Es fundamental estar al tanto de los recursos disponibles para quienes enfrentan situaciones de violencia, ya sea intrafamiliar o doméstica. En Argentina, la Línea 144 ha sido establecida para brindar respuesta a todo tipo de violencias, reconociendo la urgente necesidad de abordar este problema en todas sus formas. En un país donde una mujer es asesinada cada 30 horas, los femicidios representan una realidad alarmante que puede prevenirse con el apoyo adecuado y la eficacia de la justicia.

La Línea 144 no solo ofrece acompañamiento a quienes sufren violencia física, sino que también reconoce otras modalidades de violencia, como la simbólica, obstétrica, laboral, económica e institucional. Desde su establecimiento en 2013, esta línea de ayuda tiene como objetivo proteger a aquellos que se encuentran en situación de riesgo en cualquier momento y lugar del país. Está disponible las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y es totalmente gratuita.

Es crucial aclarar que la Línea 144 proporciona contención y asesoramiento en situaciones de violencia por razones de género, pero no se encarga de realizar denuncias. Los operadores de la línea son profesionales, como trabajadoras sociales, psicólogas y abogadas, quienes brindarán orientación específica según la situación de cada persona que llame. Las llamadas pueden ser anónimas o la persona puede proporcionar sus datos, e incluso pueden ser realizadas por un tercero de confianza.

Es importante tener en cuenta que las personas que llaman deben ser mayores de edad. En el caso de menores de edad, la Línea 144 coordinará con los organismos de niñez correspondientes para abordar el caso de manera adecuada.

Es esencial destacar que la Línea 144 no es un servicio de emergencia. Para casos de alto riesgo, se recomienda comunicarse con el 911, ya que este número georeferenciado permitirá que el dispositivo de seguridad más cercano brinde asistencia de manera rápida.

Después de la intervención inicial, el proceso continúa en sede policial, donde la persona puede solicitar medidas de protección que serán otorgadas simultáneamente por la justicia.

Aunque reconocer o admitir que uno está en una relación abusiva o violenta puede ser difícil, es importante saber que hay ayuda disponible. Nadie merece ser maltratado, y es fundamental buscar apoyo y recursos para salir de una situación de violencia.

Como siempre los invito a “Ejercer sus derechos porque su ejercicio no constituye meros privilegios».

Dra. Silvina Cotignola, abogada especializada en discapacidad, salud y familia.